Piorno, O Grove, Galicia, España

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Donnerstag, 22. September 2011

El Camino Inglés a Compostela

El Camino Inglés a Compostela

Galicia / entre brumas

El Camino Inglés a Compostela

Día 06/09/2011

CON prólogo de Juan Antonio Rodríguez-Villasante Prieto, mi buen amigo, el historiador Juan J. Burgoa Fernández viene de publicar O camiño inglés e as rutas atlánticas una obra imprescindible para adentrarse con amenidad y soltura en la historia de una de las vías de peregrinación a Santiago más importantes y utilizadas desde el Medievo. Es el camino ártabro, la incierta y arriesgada vía de los navegantes, tantas veces olvidada.

Como se sabe, el Camino Inglés a Compostela, fue utilizado fundamentalmente por los peregrinos procedentes del norte de Europa. La lejanía y aislamiento de los devotos originarios de las islas Británicas, también escandinavos y bretones, les condujo a emplear las rutas marítimas que conducían a los puertos de Coruña y Ferrol, o adyacentes —no siempre se arribaba donde se quería— como la forma más fácil, segura y rápida de realizar la peregrinación a la tumba del apóstol.

Es a partir del siglo XII cuando comienzan las peregrinaciones a Compostela desde los países nórdicos y las Islas Británicas, siendo la del año 1147 la primera de la que se tiene noticia, con la llegada de una escuadra de cruzados que iba camino de Tierra Santa. Esta expedición tomó parte en la conquista de Lisboa, ayudando al primer rey de Portugal en su lucha contra los musulmanes. Antes de tomar parte en la batalla, los expedicionarios visitaron la tumba del Apóstol en Compostela. Entraba así en la historia el «Camino inglés». A nuestras costas llegaron escandinavos, flamencos, ingleses, escoceses e irlandeses. Lo hicieron por los puertos vascos, cántabros, asturianos... pero especialmente por los de Ribadeo, Viveiro, Ferrol o A Coruña. Tanto trajín hubo, que en Viveiro hubo de habilitarse a finales del siglo XVI un Hospital bajo la advocación de Santiago, donde se acogía a viajeros, pobres y peregrinos: «por estar en camino muy pasajero de las Asturias y Vizcaya y otras muchas partes para el hospital Real de Santiago, Portugal y otros muchos lugares».

Así, muchos contingentes de peregrinos llegaban en barco desde el norte de Europa a las costas gallegas, para hacer luego por tierra el resto del camino hasta Santiago. Son Ferrol y A Coruña, por su excepcional importancia estratégica, los puertos que se consideran entradas del llamado Camino Inglés a Compostela. Desde A Coruña a Santiago el camino tiene un recorrido de 74 kilómetros. Desde Ferrol, 118.

Venían peregrinos arrobados de motivación espiritual, pero también a comerciar, como queda demostrado por las ofrendas efectuadas en la Iglesia compostelana. En los archivos de los hospitales de la ruta constan defunciones de ingleses, alemanes, italianos, franceses y escandinavos, que dejan constancia del paso de peregrinos de estos países a Compostela.

La ruta que parte de Ferrol pasa por Xubia, Neda, Fene, Cabanas, Pontedeume, Miño, Betanzos, Bruma, Ordes, A Igrexa (Oroso), Sigueiro y Santiago. El que sale de Coruña pasa por O Burgo, Cambre y Carral, y se une en Bruma con el que viene de Ferrol. Vías, estaciones y señales excepcionalmente estudiadas y descritas en la última publicación de Burgoa, que les recomiendo vivamente.

Mittwoch, 14. September 2011

Galicia. Arte y Cultura.

Galicia. Arte y Cultura.
http://www.galinor.es/galeria/arte.html
FIESTAS Y ROMERÍAS
La población gallega está agrupada en casi 3.800 parroquias, entidades de población típicas de Galicia, que tiene su origen en la división administrativa sueva. Pues bien, cada parroquia tiene su fiesta o sus fiestas, especialmente durante los meses de verano, por lo que es fácil imaginar hasta donde puede llegar el número de celebraciones en esta tierra. Además de estas fiestas populares, el folclore gallego, rico y variado en tradiciones y leyendas, ha dado pie a innumerables romerías y festividades religiosas y profanas. Sólo citaremos algunas a modo de ejemplo, que festejan la primavera, las hogueras de San Juan, en el solsticio de verano, o el magosto, cuando se asan las primeras castañas y se degustan los primeros vinos.
Entre las romerías, si sólo pudiéramos escoger una de cada provincia, tal vez pudieran estar entre las más concurridas la de los Milagros de Amil en Moraña (Pontevedra), la de la Virxe da Barca de Muxía (A Coruña), la Xira de la Santa Cruz en Ribadeo (Lugo) y la batalla de Moros y Cristianos de A Saínza (Ourense). Las alfombras florales del Corpus de Ponteareas, que también se ven en Ares y Gondomar, forman un capítulo aparte.

Entre las fiestas más originales y autóctonas tenemos que destacar los Curros, o
Rapa das Bestas, nacidos como una prolongación del trabajo de los ganaderos, que crían en los montes caballos en régimen de libertad. Se celebran unos veinte curros desde mayo a agosto en diversos lugares de las provincias de Lugo, A Coruña y Pontevedra. De todos es conocida, también, la espectacularidad con que se celebran los carnavales en toda Galicia, y especialmente en Laza (Verín) y Xinzo de Limia.

Capítulo aparte merecen las fiestas gastronómicas. A la fiesta del Cocido en Lalín, siguen, por orden cronológico, la del Queso en Arzúa, la Angula en Tui, la Lamprea de Arbo, el Pimiento en Arnoia y Padrón, el Salmón en A Estrada, la Bica en Trives, el Marisco en 0 Grove... para terminar en diciembre con la del Capón en Vilalba.
ARQUEOLOGIA Y ARTE.

En los cuatro Museos Provinciales de Arqueología, ubicados en las capitales provinciales, y especialmente en el de Pontevedra, se exponen abundantes muestras de la arqueología gallega, de una sorprendente riqueza, variedad y rareza. Las piezas más originales son las que pertenecen a la cultura de los castros, viviendas del pueblo celta, que nos ha legado una riquísima colección de joyas y objetos de oro. Además de estos se pueden visitar otros grandes museos, como el de Bellas Artes de A Coruña, el Municipal de Castrelos en Vigo o el Museo do Pobo Galego de Santiago. Luego nos encontramos con casi un centenar de pequeños museos oficialmente registrados y distribuidos por toda Galicia. Al visitarlos puede ser que nos extrañe la denominación de "pequeños", dada la grandiosidad de algunos, como el de Arte Sacro de la Catedral de Mondoñedo, el del Monasterio de Oseira, el Museo Catedralicio de Tui o el de Tapices de la Catedral de Santiago.
Además del arte prehistórico, en el que merecen mención especial los numerosos dólmenes y grabados rupestres, tenemos en Galicia monumentos romanos de gran espectacularidad. Ahí están las Murallas de Lugo, la Torre de Hércules o el Puente Romano de Ourense. De la época sueva y visigótica se conservan algunos ejemplares señeros. En Celanova y en Santa Comba de Bande están los mejores ejemplares. Pero es sobre todo en el arte románico de los siglos XII y XIII, plasmado en el medio millar de templos de este estilo, repartidos por todos los rincones de Galicia, donde se ha manifestado la genialidad del espíritu constructivo gallego. Le sigue en importancia el barroco, que se recrea en las complicadas fachadas, en las gráciles torres y en sus sorprendentes retablos. De aquellas es forzoso traer como ejemplo la fachada del Obradoiro, que oculta el primitivo románico. De entre los innumerables retablos, quizás el de San Martín Pinario de Santiago, el de la iglesia del monasterio de Celanova, el de la catedral de Lugo... No sabemos con cuál quedarnos.

Estas tradiciones artísticas gallegas siguen vigentes en las tres artes mayores. Basta con visitar el templo de la Santa Cruz de Carballiño, de Antonio Palacios, las numerosas esculturas de Asorey o las Bienales de Pintura de Pontevedra. Entre las artes menores de todos es conocida la cerámica de Sargadelos, los encajes de Camariñas, la orfebrería y la azabachería santiaguesa...

MONASTERIOS
Otros monumentos religiosos que asombran en Galicia son los grandes monasterios. La mayoría de ellos tienen su origen en el nacimiento del monacato durante el siglo VII, pero el gran esplendor lo adquieren durante los siglos XI y XII, coincidiendo con el momento de mayor apogeo de la cultura gallega. Sin embargo los magníficos edificios conservados corresponden a la época renacentista y barroca, cuando fueron reconstruidos o reformados. Pongamos como ejemplos de estas suntuosas edificaciones, casi siempre en lugares idílicos y despoblados, el monasterio de Samos, en el Camino de Santiago, el de Oseira, uno de los pocos que conserva su iglesia románica, el de Sobrado, dominando un vasto paisaje, el de Oía, a orillas del mar. Algunos de ellos han sido modernamente revitalizados y tienen hospedería. Otros se hallan semiabandonados entre frondosos bosques, como el de Caaveiro, el de Acebeiro o el de Monfero. El de Armenteira conserva una magnífica portada románica con un enorme rosetón pétreo.
LAS CINCO CATEDRALES

Las cinco catedrales gallegas tienen un elemento común: la superposición de estilos a lo largo de los siglos. En todas ellas predomina el románico, pero a continuación se han ido introduciendo reformas y añadidos. De ello tenemos el primer ejemplo en la catedral compostelana. En la de Tui destacan los elementos góticos. También en la de Mondoñedo, que se corona con torres barrocas. los añadidos más significativos en la de Ourense son el deambulatorio neoclásico y el cimborrio renacentista. La fachada neociásica de la catedral de Lugo no hace sospechar el magnífico interior románico los elementos góticos de la nave.
HÓRREOS, PAZOS Y CRUCEIROS

Al entrar en Galicia nos llaman poderosamente la atención tres tipos de construcciones originales: los hórreos, los cruceiros y los pazos. Los primeros son un tipo de granero que tiene como principal utilidad madurar, secar y guardar el maíz. En algunos lugares se llaman cabazos o cabaceiros y tienen como elementos decorativos en los vértices del techo una cruz y el cono o la pirámide, símbolo de la fertilidad. El cruceiro, elemento religioso que se planta por un voto, un recuerdo luctuoso o, sencillamente, para marcar un camino, empieza a aparecer a finales del siglo XIV y no deja de construirse hasta nuestros días. Se considera al de Melide como el más antiguo y al de Hío como el más espectacular.

Los pazos son las mansiones señoriales edificadas en el campo como residencias fijas o temporales de los antiguos nobles y familias fidalgas de Galicia. Se construyeron principalmente durante los siglos XVII y XVIII y se distinguen, además de por sus dimensiones, por los escudos nobiliarios que ostentan, las torres, las solanas, la capilla y los frondosos jardines que los enmarcan.